La nueva investigación educativa: “contar cliks”

Hace unas fechas conocíamos que Google había utilizado a parte de sus millones de usuarios para hacer una investigación acerca de qué color azul en los hiperenlaces era el que más predisponía al usuario a hacer click sobre él.

Contar “clicks” se está convirtiendo poco a poco en una gran fuente de datos para muchos negocios, y la educación , poco a poco se va incorporando al carro. Este trimestre pasado se realizó un MOOC de Coursera titulado “Big Data in Education”, al que nos apuntamos entusiasmados. Y es que llevamos un tiempo pensando en cuáles serán las características de la nueva educación y de la nueva investigación educativa que se nos están echando encima sin que el sistema educativo español parezca ni enterarse.

Recuerdo mis experiencias como tutor, ese horror de tarea que nos cayó encima a muchos que sí teníamos vocación docente: queríamos enseñar ciencia a la juventud española, para conseguir generaciones más libres, mejor capacitadas para vivir una vida plena en un país desarrollado, rico y democrático. Bueno, a lo que iba, el orientador de turno, esa extraña figura que la LOGSE y el PSOE introdujeron a presión, pedagogo él o ella, cómo no, nos entregaba una serie de fotocopias con ejercicios que los alumnos deberían hacer en la hora de tutoría y que lo sufridos tutores tendríamos que corregir después. Algunas de estas tareas requerían además un esfuerzo considerable para ser corregidas, como por ejemplo los sociogramas, herramienta muy interesante para un especialista en sistemas sociales con intereses en investigación pero de absurda importancia para un no especialista. Bueno, el caso es que yo siempre preguntaba al orientador ¿Oye, hay alguna evidencia científica de que esto valga para algo? ¿Se ha publicado alguna investigación en algún sitio que lo avale?. Siempre me respondía que él no conocía ningún artículo publicado en ninguna revista que validara su uso, pero que “probablemente a alguien le servirá”.

investigarLa investigación educativa española sobre la enseñanza no universitaria es poca y mala, lo siento. Bien es cierto que la investigación en aspectos sociales como es la educación, siempre ha tenido problemas de metodología, cuantitativa vs cualitativa, y eso es de difícil solución. Más grave ha sido su proverbial alejamiento de las aulas objeto de estudio: los investigadores han sido casi siempre gente de la universidad que no daba clase en Secundaria. No puedo por menos de contar dos anécdotas al respecto, en las cuales saqué mi habitual “larga lengua a paseo”:

1. Se celebraba en Murcia uno de los Congresos de Enseñanza de las Ciencias a los que fui muy habitual. El conferenciante era una afamado profesor de universidad norteamericano, no recuerdo el nombre, que ante un auditorio atiborrado se esmeraba en contar con ese estilo estupendo de los conferenciantes profesionales, sus grandes descubrimientos en la clase de la “hermana no se qué”. Insistía en lo bien que lo hacía la tal hermana y cómo sus cuestionarios con los “veintipocos” alumnos de la hermana refrendaban ese cambio conceptual que tan de moda estaba entonces. Yo reflexionaba: con mi grupo de trabajo, todos simples profesores de secundaria, habíamos pasado cerca de 600 cuestionarios a nuestros alumnos  y habíamos averiguado muchísimas cosas sobre preconcepciones en biología y medio ambiente que era lo que nos interesaba por entonces. Y claro, me estaba empezando a parecer que ese hombre no sólo estaba siendo supervalorado, o se estaba sobrevalorando el mismo, es que se estaba atribuyendo un mérito que no le correspondía. Así que llegado el turno de preguntas dije: “y si todo lo que cuenta lo ha hecho la “hermana tal” tan estupendamente… ¿porqué está usted aquí en vez de ella?” (no hubo aplausos para mi intervención, no me lo explico…).

2. Congreso sobre enseñanza de las ciencias en La Serena, Chile. Otro conferenciante “estrella”, creo que argentino, contaba también sus estudios en las aulas de secundaria, quejándose de lo poco que se implicaban los profesores en ayudarles en su investigación. Mi intervención fue la siguiente: “Pues aprovechando ahora la presencia de una representante del Ministerio de Educación español, le sugiero que en la próxima convocatoria de ayudas a la investigación educativa ser profesor de secundaria sea un mérito y no un demérito como hasta ahora” ¡qué cosas!

Bueno, ¿adonde quiero ir a parar con todo este discurso? a que en el futuro, se desarrollará una educación cuyas propuestas estén validadas por datos, sí “big data”, de manera que en los materiales didácticos, se sabrá por ejemplo si explicar la meiosis antes de hacer ejercicios de genética produce mejores resultados que hacerlo después. Cosa que ahora no se sabe.

Las preguntas que nos surgen no son pequeñas:

  1. ¿Va a ser toda la enseñanza en unos años digital?
  2. ¿Se aprenderá más con un buen curso digital que con un profesor de “toda la vida”?
  3. ¿Los profesores pasarán a ser diseñadores de procesos educativos “on line” e investigadores de lso resultados de esos procesos?
  4. ¿Van a desaparecer los profesores que enseñan ciencia en clase para ser sustituidos por “tutores acompañantes”? (bueno esto ya casi ha pasado…)

Las universidades norteamericanas, principalmente, que desarrollan los MOOC de forma gratuita para los usuarios, basan su “retorno” no en dinero, aunque están empezando a cobrar por los diplomas, sino en el “big data”, la enorme cantidad de datos que, convenientemente tratados, permiten contestar a preguntas como las anteriores y a muchas más, en algunos casos preguntas que ni siquiera se habían planteado previamente.

Lo más parecido que podemos hacer nosotros, los humildes profesores no pertenecientes a ningún gran departamento universitario, es analizar los datos que se recogen en nuestras aulas Moodle, donde cada “click” queda registrado y elaborar conocimiento con ello. No es tarea fácil, exige conocimientos de minería de datos y tropieza con el escaso número de alumnos que usan simultáneamente estos recursos. Pero claro, también sería conveniente que los que tiene la capacidad de decidir, o sea esa pléyade de asesores, enchufados de diferentes calibres que todavía siguen poblando nuestro sistema educativo, entendieran, aunque fuera sólo un poco, de qué estamos hablando…

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